5 obras de arte que no son como crees en la realidad
A lo largo de la historia, se han creado obras que se vuelven tan famosas en el presente que las puedes reconocer de inmediato con sólo un vistazo. Si bien creemos conocer la monocromía de la Guernica o los azules expresivos de La noche estrellada, en los museos y galerías de arte, hay ejemplos de cuadros y esculturas que no son como nos las han pintado en las fotos y la cultura popular. Hoy te comparto 5 obras de arte que no son como crees en la realidad y que por el deterioro con el tiempo, restauraciones y desinformación, en vivo dejan mucho que desear.
5. La última cena
Todos hemos tenido de cerca a esta famosísima representación de Jesús y sus doce discípulos, pintada por da Vinci a finales del siglo XV. Pues con todos sus misterios, seguro que tienes una copia en tu casa o la has visto en la pared del comedor de alguna tía.
Si bien lo que solemos ver es la imagen nítida de la larga mesa y de cada uno de los personajes presentes, el mural original en el convento de Santa Maria delle Grazie en Milán se ve bastante gastado e incluso de trazos difusos. Lo peor es que la parte de los pies de Jesús se borró al dibujar el marco de una puerta tiempo después a la concepción original de la obra.
4. La ronda nocturna
Otra pintura multi centenaria, de 1642 y una de las más reconocidas del artista neerlandés Rembrandt.
Si vas a ver la obra al salón Nachtwachtzaal (lit. «salón de La ronda nocturna») del Rijksmuseum de Ámsterdam, estarás viendo una versión recortada. Esto era común en la época que la adquirió el gobierno y consiste en un recorte de unos 60 cm del margen izquierdo. Lo que consecuentemente se llevó consigo a varios personajes.
3. La Mona Lisa
Resulta que la pintura más famosa del mundo no está exenta de los cambios. El cuadro de da Vinci que ha pasado por muchas manos, ha estado en exhibición permanente en el Louvre desde 1797.
Primero, sufrió una pérdida de los colores originales, pues el barniz aplicado los oscureció y dio esas tonalidades amarillentas que tanto caracterizan a la pintura, pero sin intención. Esto ocurrió hasta que se dieron los esfuerzos para conservar la imagen de la Gioconda, lo cual ha permitido conservar los colores que conocemos en la actualidad.
2. El dormitorio en Arles
Otro de los trabajos icónicos de van Gogh, donde la perspectiva juega un papel inmenso y la técnica da el efecto característico sobre el color de otras obras del holandés.
Pero aquí hay un caso intencional de una pintura que no coincide con la realidad. Las paredes de la habitación se pintaron mezclando una laca roja de eosina con el azul, de modo que originalmente eran mucho más moradas.
Conforme han pasado los años, la eosina se ha degradado por la exposición a la luz, dando paso al tono azul que lo hacen una obra reconocible. Así, se sabe que fue una decisión consciente de van Gogh y que se puede ver en varias de sus pinturas también.
1. La gran ola de Kanagawa
Es la obra más conocida del arte de la estampa japonesa. Un ícono que retrata una gran ola con el monte Fuji en el fondo, el cual forma parte de la colección Treinta y seis vistas del monte Fuji, de Hokusai.
Si bien todos hemos visto el inconfundible grabado en alguna tienda junto a gatos de la fortuna y lámparas chinas, lo cierto es que hay miles de reproducciones y variedades de la pieza. Esto porque, desde su creación a mediados del siglo XIX, se popularizó entre coleccionistas franceses quienes encargaban su reproducción para colecciones privadas y se extendió por Europa.
Ahora puede verse en museos como el Metropolitano de Nueva York y el Británico, cada uno con sus propias variedades de luz, color y tamaño sin perder la esencia original.
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